sábado, diciembre 31, 2016

Decimoctavo libro 2016: "Las aguas de la eterna juventud", de Donna Leon.

Igual a Donna Leon le tocaba mandar nuevo libro a su editor o editora y no tenía muchas ideas nuevas porque me da la sensación de que o Brunetti la tiene aburrida o la evolución del personaje me tiene aburrida a mi. Y es que ya es el 25, creo, que le dedica al comisario veneciano y me da la sensación de agotamiento.
En esta novela la comisaría de Venecia no debía andar sobrada de trabajo porque el comisario en una cena en el palazzo de sus suegros acepta el encargo de una amiga de su suegra, la contessa Demetriana Lando-Contini, para que averigüe qué le pasó hace un montón de años a su nieta Manuela que aparentemente cayó a un canal y quiere saber si le empujaron o qué pasó ya que la entonces niña y ahora treintañera le tenía un miedo patológico al agua. Manuela como consecuencia de la privación de oxígeno durante el tiempo que permaneció sumergida tiene la edad mental de una niña (de ahí el título, digo yo) y no puede ayudar mucho en la investigación, aunque luego si no es por ella maldita la pista que pilla Brunetti.
El comisario se ha aburguesado bastante, casi ennoblecido por contagio de su familia política, que no de su mujer que sigue siendo un encanto y que en esta novela aparece bien poquito como tampoco intervienen los hijos del matrimonio y más que a investigar en el sentido policial de la palabra Brunetti se dedica a remover el pasado, lo que como suele suceder en las novelas policiacas implica que alguien muere. En este caso el muerto es el borrachín que en su día se tiró al agua para rescatar a la niña y Guido compagina ambas investigaciones dando vueltas de casa de la contessa a los lugares por los que la niña se movía cuando ocurrieron los hechos sin demasiado éxito en sus gestiones.
La trama me ha aburrido bastante y lo único entretenido son las rencillas internas en la comisaría entre el personal nacido en Venecia y quienes provienen de otros lugares de Italia, a los que desprecian, sobre todo al teniente Scarpa a quien la señorita Elettra, secretaria del vicecuestore Patta, tiene una manía que no lo puede ver y en esta novela más porque trata de averiguar quién se dedica a hackear archivos con lo que le gusta a la secretaria hacer averiguaciones por caminos informáticos y procedimentales alternativos. También siguen con el tema del turismo en Venecia criticando como en episodios anteriores la avalancha de visitas y quejándose del encarecimiento de la vivienda y la despoblación de la ciudad al marcharse la gente bien de Venecia de toda la vida.
En conclusión, un episodo más de Brunetti sin pena ni gloria, como para cubrir expediente. Espero que el próximo la autora se ilusione con algún tema de actualidad que lleve a su nuevo libro y sirva de hilo conductor a la historia para hacerla más interesante y anime un poco a su comisario que en éste casi ni lee ni nos deleita con su buen gusto en la cocina.
NOTA: Y me quedan tres reseñas que hacer y se me ha acabado el año. En fin, seguiremos en 2017. Feliz año.

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