domingo, noviembre 05, 2017

Vigésimo libro 2017: "Sin límites", de Jussi Adler-Olsen.

Esta entrega del Departamento Q es la que menos me ha gustado de todas, con diferencia. Me ha resultado bastante aburrida y los personajes, que otrora aportaban una importante dosis de humor que contrarrestaba con los negros casos que tienen que investigar, en esta novela no aportan ni humor ni casi nada.
La historia comienza con la insistente petición de ayuda a Carl Mørck por parte de un viejo comisario obsesionado con un caso que nunca pudo resolver y que considera que el Departamento Q puede ser el único que lleve a buen puerto la investigación de la muerte de una chica que apareció colgada de un árbol cabeza abajo y que pasó como un fatal accidente de tráfico sin autor conocido. 
Como Carl no le hace mucho caso, al tal comisario no se le ocurre otra cosa que suicidarse en público con toda la prensa delante cuando lo están homenajeando por su jubilación. Al poco tiempo también muere su hijo con lo que el Departamento Q no tiene otra que comenzar a remover el pasado trasladándose a la isla de Bornholm donde ocurrieron los hechos, en principio un poco a regañadientes y como sin ganas, por una especie de sensación de culpa por no haber atendido las llamadas, pero después con todo su potencial, por otra parte necesario ya que el comisario que inicialmente llevó la investigación había acumulado una ingente documentación que cubría diferentes aspectos sobre los que había orientado sus averiguaciones y que a lo tonto a lo tonto había llenado la casa de papeles.
Buscan un vehículo que obsesionaba al policía muerto, investigan sobre la Escuela Superior, los campamentos y los amoríos de la chica que apareció colgada del árbol, siguiendo diferentes caminos en la investigación que pasan incluso por la cosa exotérica y que no parecen llevar a ningún sitio convirtinedo el relato a veces en un maremagnum de temas manidos que hacen que el lector no sólo se pierda tanto como los protagonistas sino que a ratos pierda el hilo y den tentaciones de abandonar la lectura y buscar algo más entretenido. Y el caso es que, al llegar al final, tuve la sensación de que hubiera sido mejor hacerlo porque la credibilidad de las coincidencias que llevan a la resolución del caso no hará que pase a los anales de la novela policíaca.
Como sigan así los personajes ya se puede esmerar Jussi para que me enganche con la siguiente. Ah, y por mi, del tal Gordon por mucho que atraiga a Rose se puede olvidar en la próxima entrega.

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