domingo, noviembre 26, 2017

Vigésimo tercer libro 2017: "Las sombras de Quirke", de Benjamin Black.

Se que tengo una asignatura pendiente con John Banville, pero lo del lenguaje preciosista y tanta unanimidad de las reseñas me echa para atrás, así que decidí comenzar con su alter ego Benjamin Black y como lo primero que pillé fue el último de su personaje Quirke, su oscuro forense dubilinés, y no era cuestión de comenzar con la primera novela hasta llegar a la última, pues, aún a riesgo de encontrarme al protagonista un poco como desecho de tienta saliendo de un sanatorio convaleciente de alucinaciones y en su enésimo intento de dejar la bebida, empecé con la última ya que al fin y al cabo al personaje lo conocía de algún capítulo de la serie de la BBC sobre el famoso patólogo.
Dado que Quirke es forense, la novela comienza en el equivalente dubilinés de nuestro Anatómico Forense y con el ayudante del protagonista, a la sazón noviete de su hija, haciendo una autopsia aparentemente sencilla ya que la víctima ha muerto suicidándose por el poco común sistema de estrellarse voluntariamente contra un árbol. David, que así se llama el ayudante y novio de Phoebe, la hija de Quirke que él no crió, no es mal forense pero está deseando quitarse al jefe de en medio para ocupar él su puesto. No obstante, cuando se da cuenta que el cadáver que tiene entre manos presenta un golpe en la cabeza que no parece compatible con el aparente suicidio arborícola, y sobre todo que la víctima es hijo de un famoso comunista del que se sospecha que tiene relaciones con el IRA, pide ayuda a su futuro suegro que no parece estar en su mejor momento vital ya que acaba de salir de una especie de sanatorio mental y vive temporalmente con su hermano de adopción (Quirke se crió en un orfanato) que enferma de gravedad según avanzamos en la lectura.
Paralelamente Phoebe, comienza a ayudar a una chica en apuros que, por esas coincidencias que no acaban de gustarme en la novela negra, lo está del muerto que estrellaron contra el árbol. Además aunque siempre las lía de a kilo, la hija de Quirke ha comenzado a trabajar como secretaria y recepcionista de una psiquiatra de la que su padre, contrariando todas las expectativas que lo condenaban a la soledad, se enamora como un adolescente.
Y la verdad que la trama no da para mucho y que parece que siempre Quirke encuentra algún tipo de responsabilidad en su propia familia y saca el tema de los robos de niños y las adopciones, pero hay que reconocer que, aunque intente escribir de otra forma cuando firma como Benjamin Black, John Banville escribe y describe muy bien, no obstante lo cual, esta novela en concreto me aburrió un poco.

No hay comentarios: