domingo, diciembre 03, 2017

Vigésimo sexto libro 2017: "Más allá del invierno", de Isabel Allende.

Aunque lo de esconder cadáveres no se le da demasiado bien, este libro me ha reconciliado un poco con Isabel Allende que me había decepcionado enormemente con "El juego de Ripper". Igual quiso hacerle una gracia a su entonces todavía marido imitando su estilo policíaco y por eso le salió tan mal, pero la prefiero relatando sagas de mujeres fuertes con su puntito mágico. Que no he leído nada de Willie Gordon pero con títulos como "Duelo en China Town" o "El rey de los bajos fondos" no creo que me esté perdiendo nada.
Respecto del título de este último, la propia autora ha contado que lo ha tomado de una frase de Albert Camus ("En medio del invierno aprendí por fin que hay en mí un verano invencible") al ser consciente que en un época de bajón, cuando ya se veía vieja, sin pareja y con la familia lejos, podía volver a encontrar su personal verano invencible en la escritura que siempre la ha hecho salir a flote en las tragedias. Y también esta vez le ha funcionado porque la novela es mejor y además tiene novio nuevo.
Richard, Lucía y Evelyn, los tres personajes de Más allá del invierno, también parecen estar en invierno, no solo porque la acción se desarrolla en un Nueva York afectado por un temporal de nieve sino porque ninguno de ellos parece tener una vida plena ni esperar mucho del futuro hasta que confluyen y en un episodio del que no podrían haberles venido sino nefastas consecuencias legales encuentran su nuevo verano.
Lucía es una chilena exiliada que ya con unos añitos ha encontrado una oportunidad en la universidad en la que Richard imparte clases quien además le ha arrendado el semisótano del edificio en el que vive. Richard, un tipo amargado y reservado que pretende tener todo controlado en su vida y no asumir riesgos, acoge a Evelyn, una guatemalteca sin papeles contra la que choca con el coche, con lo que sin querer se ven involucrados en la muerte de la mujer cuyo cadáver portaba Evelyn en el maletero. Lejos de buscar una solución lógica al asunto Richard pide ayuda a Lucía y deciden apoyar a la guatemalteca buscando un lugar donde hacer desaparecer el cadáver, ardua labor con la que está cayendo.
Tres personas aparentemente tan diferentes y con trayectorias vitales tan diversas tienen más en común de lo que piensan y se van influyendo recíprocamente a lo largo de las páginas del libro y de los kilómetros del viaje mientras quienes les seguimos con nuestra lectura vamos conociendo sus orígenes, los problemas políticos en diferentes países y las tragedias personales de cada uno que les hicieron acabar donde se han conocido. La emigración, el desarraigo, la soledad de unas personas que no parecen disfrutar de un verano vital sufren un vuelco al conocerse y con mucho sentido del humor, y poco a poco con amor, van saliendo de su inverno. Está entretenido y, con el fresquito que hace estos días podéis entrar mejor en situación.

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